Después de una más que merecida parada biológica, volvemos a lo nuestro con un nuevo articulo de Ramón, nuestro enólogo de cabecera…
Estoy convencido que cada uno de nosotros tiene en su mente lugares, eventos o cualquier otra cosa de los que estaba enamorado y que a día de hoy son historia. En mi caso recuerdo locales de juventud en los que pasé ratos inolvidables que ya no existen, por ejemplo “El mundo de Guermantes”, ese magnífico café parisino, romántico, precioso que estaba próximo a la Glorieta de Quevedo. Qué tardes y noches. O las veces que asistíamos a “La noche en vela” en Becerril de la Sierra, toda la noche con conciertos, puestos callejeros, ambiente en todos los bares y restaurantes, calles llenas de alegría y amigos.
Lo cierto es que “las cosas cambian” y aunque uno tenga el recuerdo y pueda sentir la tentación de la nostalgia, creo, y más ahora, que es muy importante recordar con una pequeña añoranza dejando de lado cualquier tristeza para tener la capacidad de proponerse a uno mismo nuevas ilusiones y crear nuevas referencias en nuestro micro mundo.
Si lo llevo al mundo del vino, fundamentalmente si nos ceñimos a los ámbitos locales y mas pequeños es seguro que echamos de menos alguna bodega que ha desaparecido. Seguro que aquellas que tienen un gran tamaño y están muy reconocidas no tendrán este problema, pero como digo en el ámbito de lo cercano me resulta fácil recordar alguna ya desaparecida.
Lo importante es que si bien eso es cierto, también lo es el hecho que aparecen nuevos proyectos muy interesantes en ese micro cosmos cercano.
Me voy a referir en primer lugar a la Cooperativa de vino de El Molar a muy poco de Madrid. Muchísimos años elaborando los vinos de pequeños propietarios en un pueblo con mucha cultura vinícola que se puede todavía apreciar en su barrio de las cuevas. Otro día fueron bodegas familiares, de hecho queda alguna en activo y ahora muchas están convertidas en restaurantes tanto en su parte de cueva interior como en sus magníficas terrazas que miran tanto a Somosierra como al Pico de la Miel en la cercana localidad de La Cabrera.
Lo que fuera esa cooperativa ahora es la Bodega Tinta Castiza. Un proyecto con poco tiempo pero que viene de otra iniciativa previa de su propietario con Uvas Veloces. Hace poco estuvimos allí con la intención de hacer el primer contacto y entender su filosofía. Nos hemos prometido a nosotros mismos una visita mas intensa.
Muy interesante su vermut (Dabuti) y sus vinos que presumen de ser de baja intervención (viticultura respetuosa con la planta y el suelo). Tienen varios varietales pero las dos mas importantes son Garnacha para el tinto y Malvar para el blanco. Cerca de esta bodega está el viñedo de Cabernet Sauvignon que a mí mas me gustó siempre en Madrid. Es de otra bodega, Viña Sebastián.
En segundo lugar quisiera hablar de un nuevo proyecto en Nuevo Baztán. Un pueblo pequeño con un casco histórico fantástico. Aquí ya existía tradición de vino, con un representante muy conocido “V de Valmores”. Valmores hace alusión a una zona de valle que se extiende hasta el no menos precioso pueblo de Olmeda de las Fuentes, años atrás conocido como Olmeda de las Cebollas. Los propietarios de la bodega que lo hacía comparten proyecto con los hijos del que fuera presidente de la D.O. Vinos de Madrid, Juan Bautista Orusco. Pero, todo tiene un pero, eso ha significado que éstos últimos hayan sido los que finalmente ya no sigan con el proyecto familiar en Valdilecha: Bodegas Orusco. Era una de los 2 bodegas mas antiguas de la Comunidad de Madrid, existente en el siglo XIX, allí se hacía vino de misa y uno de los vinos mas interesantes en su día de la D.O. por su apuesta por un coupage que incluida uno de los Merlot mas interesantes de esta zona (su Armonium).
El nuevo proyecto se llama “Cuarto Lote”. Hace alusión a que la finca donde se encuentra la bodega se integró en la cuarta parte final de la herencia de uno de los herederos de Juan de Goyeneche, consejero real y el que edificara Nuevo Baztán hacía 1713. De hecho es su bodega restaurada, ya que hacía vino en ella desde 1715.
De momento han elaborado 3 vinos, un blanco de Malvar (ya sabéis que es la uva de Madrid), un rosado (coupage de Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Syrah) y un tinto roble (coupage de Tempranillo y Merlot). Están ya a las puertas de presentar su tinto crianza.
Como viene siendo habitual terminamos no sin antes destacar un vino, lógicamente vamos a hacerlo con uno de Cuarto Lote. Y lo vamos a hacer con algo que no está muy de moda, con un rosado.
Quiero reivindicarlo primero porque creo que, a diferencia de muchas personas, sí existen buenos rosados y segundo por sus características concretas: un coupage (decíamos Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Syrah) no muy habitual en rosados (no es que no los haya, pero pocos) que por su concepción no consumió en la fermentación todo el azúcar de manera que ese azúcar se transformó después en un carbónico residual muy sutil, elegante y agradable que armoniza muy bien con su predominio de fruta roja madura y una leve sensación dulce que proviene también de esa fermentación. No es un vino dulce, debe quedar claro, es un vino así concebido que a esas características le suma cierta untuosidad. Muy agradable y a una RCP muy interesante.
Como el artículo tiene ya su tiempo, actualizo: desgraciadamente Viña Sebastián desapareció, su propietario tuvo la desgracia de fallecer por Covid. Las viñas creo ahora están junto a Viña Bardela, bodega de Venturada en la subzona de El Molar. También decir que Cuarto Lote ha sacado ya algún vino más, alguno con más crianza. No obstante animo a la visita a ambas bodegas y pueblos, magníficas experiencias.